sábado, 29 de diciembre de 2012

De por qué no me fui de Erasmus

Cuando empecé la carrera tenía muy claro de que cuando llegara el momento me iría de Erasmus. Vivir en otro país durante un curso entero te aporta mucho y no sólo a nivel académico. Convivir con otras costumbres te ayuda a descubrir otros estilos de vida diferentes al tuyo: ni mejores ni peores, simplemente diferentes.

Fui avanzando cursos y estando ya en tercero me replantée de nuevo solicitar una beca Erasmus.  Tenía pensado irme a algún país del norte de Europa, ya que aunque tenga sangre manchega tengo alma vikinga. Le di vueltas y vueltas y tomé la decisión de seguir lo que me quedaba de estudios en Madrid (donde estaba por aquel entonces).

La razón primordial y definitiva de mi decisión es muy sencilla: sabía que si me iba no volvería. Me cabreaba y cada día que pasa me cabrea más el sistema español, en el que prospera el que hace mejor la pelota y el que tiene el mejor enchufe. Vivir un año en un país en el que para llegar a ser alguien lo único que cuenta es tu trabajo, tu esfuerzo y tu talento para volver después a tu "casa" y descubrir que allí es sólo una quimera, es como vivir en un chiste de mal gusto continuamente.

Dicen que dentro de un año sólo habrá dos tipos de españoles: Españoles por el mundo y Callejeros. Llamadme rata, pero estoy pensando en abandonar el barco antes de que se hunda. Lo que si espero es que si el barco se hunde, se hunda con su capitán y su tripulación de confianza atados todos al mástil hasta lo más profundo del océano.

Para terminar os dejo una imagen que he visto hoy circulando por Twitter:


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